No hay productos en el carrito.

rosi y victor te esperamos

¡Resolvemos tus dudas!

hola@rosiyvictor.com

+34 605 56 43 48

Relaciones de pareja

¿Por qué ser vulnerable es un acto de valentía y no de debilidad?

¿POR QUÉ SER VULNERABLE ES UN ACTO DE VALENTÍA Y NO DE DEBILIDAD?

Hay algo profundamente humano en el deseo de conectar.

En las primeras etapas de una relación, muchas veces sentimos ese impulso de mostrarnos auténticos, de decir “esto soy yo”, con nuestras luces y nuestras sombras.

Entregarse emocionalmente en una relación nueva puede parecer arriesgado, pero también es uno de los actos más poderosos que podemos realizar.

La entrega emocional es un puente real

Cuando nos permitimos ser vulnerables, creamos puentes genuinos. No hay conexión verdadera sin cierto grado de exposición. Mostrarse tal cual uno es —con miedos, expectativas, historias, heridas— puede abrir la puerta a relaciones más profundas, más significativas, más sanas.

Las máscaras protegen, sí, pero también aíslan.

Entregarse emocionalmente no significa volcarlo todo sin contención ni esperar garantías. Significa permitirnos sentir, expresar, y compartir partes reales de nuestro mundo interior, con la esperanza (y no la exigencia) de ser vistos y comprendidos. Es una forma de decir: “Confío en que esta relación merece que traiga a mi yo auténtico a la mesa.”

Cuando la vulnerabilidad duele

Sin embargo, esto no siempre sale bien. A veces, cuando nos hemos abierto con sinceridad, el otro no supo (o no quiso) recibirnos. Y eso duele. Mucho.

El rechazo en esos casos no solo duele por lo que perdimos, sino porque parece confirmar un mensaje muy tóxico: “Esto que mostraste de ti no era válido. Fue demasiado.”

Y entonces, sin darnos cuenta, empezamos a cargar con una culpa que no nos corresponde.

Nos decimos que fuimos ingenuos, que fuimos intensos, que fuimos “demasiado”. Que no debimos sentir tanto, ni confiar tanto, ni mostrar tanto.

Pero… ¿Y si la culpa no es tuya?

Aquí es donde vale la pena detenerse. Porque sentir culpa por haberse mostrado vulnerable es como sentirse culpable por haber respirado profundo. La culpa surge, muchas veces, de una narrativa errónea: la de que ser vulnerable fue un error. Pero esa es una ilusión que nace del dolor, no de la verdad.

Lo que realmente ocurrió es que tú fuiste valiente.

Apostaste por la conexión. Y esa apuesta no siempre depende solo de ti. El otro también tiene su historia, sus miedos, su capacidad (o incapacidad) para sostener un vínculo emocional. No todo rechazo es una sentencia sobre tu valor. A veces, simplemente es una señal de que esa relación no podía sostener el tipo de verdad que tú ofrecías.

Ser vulnerable no es una estrategia para asegurar que el otro se quede. Es una elección ética y emocional: la de vivir con autenticidad. Entregarse emocionalmente no debe ser sinónimo de “todo o nada”, ni de depositar nuestro bienestar completamente en el otro. Es una forma de explorar el mundo relacional desde el deseo de crear algo real, aunque eso implique el riesgo del dolor.

Mostrarse emocionalmente disponible es una forma de amor propio también: la de no traicionarte para encajar, la de elegir la verdad por encima de la protección permanente. Entregarte emocionalmente, con límites sanos y con conciencia, seguirá siendo una de las cosas más bonitas que puedes hacer en tu camino hacia relaciones más vivas y reales.

¿Y si el otro no se entrega? Cómo cuidarte sin apagarte

A veces, por más autenticidad y apertura que pongamos sobre la mesa, la otra persona no responde con lo mismo. Puede retraerse, mostrarse ambigua, o incluso hacer sentir que nuestra emocionalidad es un problema. En estos casos, es fácil caer en la trampa de pensar que somos “demasiado” o que debemos reducirnos para encajar. Pero no se trata de apagarnos: se trata de aprender a proteger lo que damos.

Aquí van algunos tips y límites saludables para esos momentos:

1. Reconoce la diferencia entre estar emocionalmente disponible y ser emocionalmente dependiente

Abrirte no significa poner todo tu bienestar en manos del otro. Puedes compartir lo que sientes sin perder de vista que tu valor no depende de cómo te respondan. Si el otro no corresponde, eso no invalida tu gesto, solo muestra dónde está él o ella emocionalmente.

2. Observa los hechos, no solo las intenciones

Alguien puede decir que le interesas, pero no mostrarse disponible de forma coherente. Si sus acciones no acompañan sus palabras, eso es una señal clara. No te culpes por ser expresivo si lo que falta es reciprocidad real, no mesura de tu parte.

3. Evita interpretar el silencio del otro como un juicio sobre ti

La falta de entrega del otro muchas veces tiene más que ver con sus heridas, miedos o límites personales que contigo. Si te lo tomas como una señal de que fuiste “demasiado”, estarás cargando con una historia que no te pertenece.

4. Pon límites sin cerrar el corazón

Puedes decir: “Me hace bien compartir cómo me siento, pero noto que no estás en el mismo lugar emocional. Y eso está bien, pero necesito cuidarme también.” Es posible mantener tu vulnerabilidad sin exponerte innecesariamente a vínculos desequilibrados.

5. No conviertas tu intensidad en algo que necesita “corregirse”

La intensidad emocional, cuando es consciente y no invasiva, es un regalo. No la reprimas: elige bien a quién se la das. Ser profundo y mostrar interés no es un defecto; simplemente no todos sabrán o podrán responder desde ese mismo lugar.

6. Recuerda: tu entrega no es una deuda que alguien más tiene que pagar

Abrirse es un acto de generosidad, no una inversión que exige retorno inmediato. Si esperas reciprocidad emocional, que sea por respeto mutuo, no por necesidad de validación.


 

Si os resulta muy compleja la expresión de esa vulnerabilidad o si tras tantas relaciones dolorosas se os ha quedado marcado un autoconcepto muy negativo, a veces es necesario buscar ayuda profesional. Podéis escribirnos por Whatsapp sin compromiso para informaros y preguntar lo que necesitéis saber para empezar terapia con nuestro equipo. 

CONTACTAR POR WHATSAPP

Gracias por formar parte de este equipazo,

Rosi y Víctor.